El año más largo de nuestras vidas
Se cumple un año del gobierno de Patxi López. Un año que se nos ha hecho muy largo, desesperante, pero sobre todo incierto, ya que todavía no hemos visto actuación alguna en el gobierno López que invite al optimismo de la sociedad vasca. Sólo hemos asistido a comunicados, fotos, palabras más de cara a la galería que para hacer algo, sobre todo cuando la sociedad le ha necesitado para salir de la peor crisis económica de los últimos tiempos.
Algunos le han acusado de seguidista, otros de frentista y excluyente; la palabra decepcionante también ha resonado en su contra. Incluso aquellos que se postulan más cercanos por ideología nacionalista española le han acusado de no hacer lo suficiente para batallar al nacionalismo vasco. Hasta su socio de gobierno pone en duda su eficacia, criticando duramente la política económica que ha llevado adelante en este primer año.
Todo esto se traduce en un suspenso claro con un argumentario más digno de enciclopedia que de panfleto fácilmente buzoneable. La guerra de los símbolos, el euskara en la educación, la improvisación económica, el ente público de televisión..., han sido, entre otros, los caballos de batalla de Patxi López durante los últimos 365 días. Esto no ha pasado desapercibido entre los ciudadanos, que ya han manifestado su total desconfianza al ejecutivo en un porcentaje muy alto.
Ha sido un año para olvidar en el que han tratado más de utilizar los medios de comunicación para crear un impacto de cambio total sin repercusión en la sociedad que otra cosa, aunque el tiro les ha salido por la culata. La imposición de la bandera española en todas las instituciones y edificios públicos destó polémica; la retransmisión por ETB del discurso del Rey, también; la presencia de una representación en el desfile de las puertas armadas, levantó la voz de muchos ciudadanos; decretar festivo el 25 de octubre para celebrar un Estatuto incumplido ha resultado también polémico; lo mismo con la elaboración del plan de educación para la paz. Un sinfin de asuntos, dicho de otra manera.
Por eso, cuando todo un parlamento pone el grito en el cielo - salvo ellos, claro está - por algo es. No porque lo estén haciendo bien precisamente. Nadie se cree que "el nuevo tiempo políticoabierto está siendo sumamente fructifero". Todavía estamos pendientes de ver los proyectos de ley previtos para el primer trimestre, cuando ya ha pasado. ¿Qué ha hecho el Gobierno de López, además de inaugurar tramos del TAV, ir a ferias de turismo, gastar un dineral en presentaciones o polemizar sobre el Euskara, esa lengua que tanto dicen querer pero para lo que quieren divide y además no aprenden?
Ha sido el año más largo de nuestras vidas. Y lo que nos queda todavía. No sabemos cómo vamos a poder sobrevivir a otros tres años de fotos que no buscan otra cosa sino réditos electorales, promesas incumplidas o pésima gestión económica. Parece que la Euskadi real que tanto reclamaban en campaña electoral - en aquella en la que no vimos ni una sola bandera española, en contra de lo que hay ahora - le está viniendo demasiado grande a un Gobierno frágil, que cuando no tiene ni el apoyo de su socio Basagoiti y no puede usar el rodillo parlamentario para acallar al resto de formaciones, tratar de despejar balones acusando al resto de incompetentes y de no querer lo mejor para Euskadi. No todo vale señores.
PD: López sigue riéndose de sus piras. El prestigioso periodista Carles Francino le puso en un aprieto ayer y su discurso cambió. De, "al final de la legislatura mantendré un debate en Euskara" a, "me comprometí que al final de legislatura trataría de mantener un debate en Euskara". Le aseguramos, señor López, que con la teoría no se aprende, hay que ponerlo en práctica, y que ya ha perdido un año, como el resto lo hemos hecho para cuestiones fundamentales que afectan a toda la sociedad vasca.